Es habitual que los niños pequeños, entre 2 y 5 años, no tengan una fluidez total en el habla hasta que aprenden a organizar las palabras y las frases. Sin embargo, hay que ser conscientes de que las disfluencias del niño pueden ser atípicas, por lo que es imprescindible diferenciarlas de las más corrientes para tratarlas lo antes posible. La detección temprana o precoz de la tartamudez es vital para el futuro del niño, por lo que es muy importante realizar una consulta preventiva con un terapeuta del lenguaje especializado y no esperar, ya que cuanto más cerca del inicio del síntoma se intervenga, mejor será el resultado. Actualmente existen determinados métodos de diagnóstico modernos que permiten diferenciar los errores normales de la fluidez de las expresiones indicadoras del inicio de una tartamudez; estableciendo distintos tipos de tratamiento y de intervención, que pueden ser directamente con el niño (intervención directa) o a través de sus padres (intervención indirecta), forma que se suele utilizar en los más pequeños.
La Fundación Española de la Tartamudez ha puesto en marcha el método Lidcombe en España, desarrollado por un equipo de investigación dirigido por el profesor Mark Onslow, compuesto por investigadores de la Facultad de Ciencias de la Salud, de la Universidad de Sydney y los clínicos de la Unidad de Tartamudez, de Bankstown Servicio de Salud. Este programa está centrado en el tratamiento temprano de la tartamudez y es utilizado por el 80% de los logopedas australianos. Los estudios realizados hasta el momento revelan que el 5% de los niños empiezan con esta disfunción entre los 2 y los 6 años, etapa en la que se desarrolla el aprendizaje del lenguaje, porcentaje del cual el 80% de los casos puede llegar a remitir. La novedad que aporta este método es que se trata de un programa en el que los padres ayudan al niño en su entorno cotidiano y familiar, siempre en un ambiente de juego, sin agobios y sin cargarle la responsabilidad de hablar diferente. El papel del logopeda se centra en enseñar a los padres a llevar a cabo el tratamiento, sin interferir en el día a día del niño, y teniendo en cuenta que cada niño y cada familia es diferente.
Fundación Española de la Tartamudez © 2024